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¿Qué política económica sería la adecuada para mantener el crecimiento y reducir el desempleo?

Puntos de la intervención de Eugenio Domingo Solans, Miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo en el Encuentro Empresarial celebrado con ocasión de la Junta General de Socios de ELKARGI, S.G.R. el 23 de junio de 1999 en San Sebastián

La mejor contribución que la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) puede hacer en favor del crecimiento económico y del empleo en la euroárea es crear un ambiente de estabilidad monetaria. Nada sería más refractario al crecimiento económico y al empleo que una política monetaria inflacionista.

La búsqueda activa y directa de objetivos de crecimiento económico y de empleo por parte del BCE sería contraproducente, porque generaría expectativas inflacionistas. Pero asegurada la estabilidad, y de forma pasiva, indirecta y condicional, el BCE puede y debe crear unas condiciones monetarias que apoyen la actividad económica real y permitan desarrollar el potencial de crecimiento y de generación de empleo de la economía europea.

La política monetaria ortodoxa del BCE es condición necesaria pero no suficiente para lograr el objetivo de la estabilidad. Se requiere, además, el concurso de otras políticas económicas tanto de demanda como de oferta.

El éxito de la política laboral no sólo debe medirse en función de la creación de nuevos puestos de trabajo, sino también en función de la eficiencia de quienes ya tienen un puesto de trabajo. A efectos del nivel y variación de las retribuciones salariales, la variable relevante es el coste laboral por unidad producida, concepto que incorpora los costes laborales extrasalariales y la productividad.

En política fiscal es esencial el cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, lo que implica el mantenimiento del equilibrio presupuestario a medio plazo, es decir, a lo largo del ciclo económico y la eliminación del déficit estructural. Los Gobiernos europeos deben evitar caer en la tentación de reinterpretar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento o de, simplemente, inclumplirlo.

Las dificultades que la mayoría de países europeos y desde luego el conjunto de la euroárea tienen para contener el déficit público son indisociables del alto nivel medio de gasto público. Desde la perspectiva de la estabilidad, la euroárea no sólo tiene un problema de déficit público sino también de nivel de gasto público. Un gasto público superior al 50% del PIB genera tensiones que dificultan la reducción del déficit e incluso su financiación total mediante tributos sería causa de ineficiencias en el sistema económico y tendría efectos desestabilizadores sobre la demanda (efecto Haavelmo).

Una de las reformas estructurales básicas que la sociedad europea debe abordar es, por lo tanto, la de la reorientación de la acción pública sobre la economía. Gobernar no implica necesariamente gastar. El modelo social europeo es compatible con una acción estatal que haga más énfasis en la provisión de reglas e instituciones y menos en el gasto público directo. Más que hacer, el Estado debe facilitar que se haga, creando un marco de actuación en el que los agentes económicos privados puedan desarrollar todas sus potencialidades en un ambiente de competencia. La economía europea requiere, definitivamente, más flexibilidad, más dinamismo, más competencia y una orientación más en línea con la lógica del mercado para poder competir en la economía mundial.

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