Opciones de búsqueda
Home Medios El BCE explicado Estudios y publicaciones Estadísticas Política monetaria El euro Pagos y mercados Empleo
Sugerencias
Ordenar por
  • Entrevista

Entrevista con El Correo (Grupo Vocento)

Entrevista con Luis de Guindos, Vicepresidente del BCE, realizada por Adolfo Lorente y Manu Álvarez el 26 de abril

1 de mayo 2022

¿Subirán los tipos de interés ya en julio?

Dependerá de los datos y las nuevas proyecciones económicas de junio. El Consejo de Gobierno del BCE ha decidido en abril que las compras de activos terminarán en el tercer trimestre. Y, en mi opinión, no hay razones para que eso no ocurra en julio. Los tipos subirán después. Cuánto después exactamente no está decidido. Pueden ser meses, semanas o días. Julio es posible, pero otra cosa es que sea probable.

Aún no tenemos la primera y el mercado ya descuenta que va a haber dos subidas de tipos este año e incluso se habla de una tercera. ¿Se ha redoblado la presión para que actúen?

A nosotros nos presionan los datos, no los mercados. Los mercados, a veces, se equivocan. En el Consejo de Gobierno no hemos discutido ninguna senda predeterminada de subida de tipos.

Hay economistas que les reprochan que se está actuando con excesiva lentitud.

Esos comentarios surgen por la comparación con Estados Unidos, pero la situación en Europa es diferente. Los dos factores principales que determinarán los tipos de interés serán, por un lado, la evolución de los efectos de segunda ronda; es decir, subidas salariales que no sean compatibles con la estabilidad de precios. Y, por otro, las expectativas de inflación. Debemos vigilar que estas no se eleven por encima de nuestro objetivo del 2% a medio plazo. De momento no hemos visto subidas de salarios que pongan en riesgo ese objetivo, pero hay que estar muy atentos porque es un indicador retardado.

¿El BCE, aunque sea de reojo, observa el riesgo de recesión?

La invasión de Ucrania va a redoblar las tensiones inflacionistas y a reducir el crecimiento económico. Que materias primas y energía suban del modo en el que lo han hecho implica en la práctica un impuesto sobre trabajadores y empresas porque estos factores de producción, que son importados, se vuelven más caros. Y eso, en última instancia, implica un empobrecimiento. Sobre el riesgo de recesión, en junio tendremos nuevas previsiones. Lo que ya estamos viendo es una merma importante del crecimiento. Aun así, en 2022 este va a ser positivo. Y ateniéndonos a la definición técnica de recesión —dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo—, ahora no lo vemos.

¿Y en uno?

Desde luego, dos no.

Pero en el escenario de que Alemania, presionado por sus socios, decidiese cortar el gas con Rusia, el impacto en su economía podría provocar un efecto arrastre muy negativo para el conjunto de la Eurozona.

Siempre se pueden imaginar escenarios peores. En las previsiones de marzo con tres escenarios: uno central, otro adverso y uno que denominamos severo, no creemos que vaya a haber recesión, ni siquiera en el escenario severo. Esperemos las proyecciones de junio.

Con la retirada de los estímulos, ¿hay países que pueden sufrir problemas de financiación o de déficit presupuestario?

Los tipos nominales de deuda pública han subido en todo el mundo, pero aun así las primas de riesgo siguen bastante estables. El riesgo de fragmentación no se ha concretado, aunque es algo que monitorizamos. De momento no hemos visto ninguna tensión en este sentido y la situación no es, en absoluto, comparable a 2011 y 2012.

¿España, la cuarta potencia del euro, está preparada para asumir una subida de tipos?

La economía española tiene dos fortalezas. En primer lugar, el sistema financiero está saneado. Eso ha permitido que incluso durante la pandemia los bancos hayan seguido dando crédito a empresas y familias en condiciones favorables. Además, la economía española es competitiva, ya que continúa teniendo un superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Esto viene ocurriendo desde 2013, y antes era impensable.

¿Y qué debilidades?

Otras dos. La primera, la situación fiscal. La ratio de deuda pública/PIB está próxima al 120% y el déficit estructural, al 5%. Además, la inflación española, tanto la general como la subyacente, vuelve a estar por encima de la media europea. Como ha advertido el Banco de España, los márgenes empresariales empiezan a estar bastante afectados ya que la rentabilidad de las empresas españolas se está reduciendo por el encarecimiento de la energía y las materias primas. Este factor hay que tenerlo muy en cuenta.

¿Aconsejaría al Gobierno español que empiece a tomarse en serio la necesidad de una mayor estabilidad presupuestaria?

Mi recomendación, no solo para España, sino para todos los países con un perfil fiscal más débil que otros, es que presenten en Bruselas planes presupuestarios creíbles en los que haya un proceso prudente y sensato de consolidación fiscal. Con estos niveles de inflación, los tipos de interés no van a estar tan bajos como han estado es los últimos años, y los gobiernos deben prepararse. La clave, también desde el punto de vista de los mercados, es tener propuestas creíbles.

Mucho se habla de la extrema dependencia que la economía española tiene del BCE. Más allá de la literatura, ¿cuál es el impacto real, en cifras, de todas las medidas adoptadas?

Hay un dato muy indicativo. Durante la pandemia, en 2020 y 2021, el BCE ha comprado 120.000 millones de euros de deuda española cada año en el mercado secundario. Esto equivale a toda la emisión neta de España. El apoyo europeo, también a través del fondo Next Generation EU lanzado por el Consejo Europeo, ha sido fundamental en Europa, especialmente en una economía como la española. Esta fue la que más cayó en 2020 y, pese a un fuerte crecimiento del 5,1% en 2021, estuvo por debajo de la media europea y, a diferencia del resto de Europa, no ha recuperado aún el nivel de renta anterior a la pandemia.

¿Es sostenible que un Gobierno vincule por ley la subida de las pensiones a la inflación?

Es una decisión de política social y mi papel no es cuestionarla. Es respetable, pero es también evidente que acarrea consecuencias para la sostenibilidad del sistema. Y, por tanto, una decisión así necesita verse acompañada de medidas que garanticen la sostenibilidad del sistema a medio plazo.

¿Y el sueldo de los funcionarios?

Insisto: como vicepresidente del BCE no puedo entrar en el debate de lo que dice o hace un gobierno o un partido. De modo general, hay que ser prudentes con las decisiones que se toman. A veces, tan importante como las medidas es la credibilidad que con ellas se transmite.

¿Es el momento de la moderación salarial, de que las patronales y los sindicatos alcancen pactos de rentas, como insiste en defender el Banco de España?

La economía europea y la española se van a enfrentar a una situación compleja: inflación alta, crecimiento a la baja y menos márgenes para las empresas, lo que afectará a la inversión y al empleo. En una situación así, donde va a haber que tomar decisiones que no son sencillas, sería muy importante que existiera el mayor apoyo social y político posible a la política económica.

¿Y cree que España, políticamente, está preparada para alcanzar esos consensos?

Mi recomendación es genérica. No debo entrar a valorar el caso de ningún país en concreto.

Otro de los debates que está encima de la mesa, y no sólo en España, es el tributario. ¿Hay margen para bajar los impuestos en este contexto de crisis?

No todos los países están en la misma situación. El sector público puede jugar un papel para moderar el impacto de la guerra en las empresas y familias. Aunque esto, a la vez, puede generar mayor déficit público.

Hay sectores que critican esta tesis porque una bajada de impuestos alimentaría aún más las tensiones inflacionistas.

Hablamos de medidas temporales y selectivas que deben ir dirigidas a los sectores más vulnerables. Si las medidas se diseñan bien, la política fiscal puede ayudar a aliviar el impacto de un ‘shock’ de oferta externo como el actual sin que se lleguen a crear esos efectos negativos para la inflación en el medio plazo. La pandemia ha afectado a muchas empresas que ahora se ven golpeadas por un segundo ‘shock’. Como he mencionado, en el caso de las españolas la reducción de márgenes es muy notable.

La salud del sector financiero es clave en un momento de incertidumbres. ¿Cree que hay países que aún deberían hacer un esfuerzo en recapitalizar sus bancos?

En términos generales, a juzgar por los niveles de capital y liquidez de la banca europea, estamos en una situación mucho mejor que en el pasado. La crisis de la pandemia generó mucha preocupación sobre el posible impacto en el sistema financiero, pero este se ha mostrado resistente.

Entonces usted está completamente tranquilo en esta materia...

Sigue habiendo riesgos. Los tipos de interés nominales están subiendo en los mercados. Esto permite que la banca tenga mayores márgenes de beneficio. Pero también puede afectar a la morosidad. Si esta sube, la rentabilidad de los bancos baja. Y para los bancos la solvencia de sus clientes es fundamental.

Visto con perspectiva histórica, la evolución de la banca española ¿ha sido suficientemente buena? ¿Hubiese firmado la fotografía actual cuando era usted ministro de Economía?

En 2011 y 2012 el riesgo bancario era un lastre que estaba arrastrando a España a una recesión muy profunda. Se tuvo que pedir el rescate bancario, reformar las antiguas cajas o crear la Sareb, ya que había más de 110.000 millones de euros de créditos al sector inmobiliario que no eran recuperables. En 2017 el Banco Popular entra en una crisis de liquidez que terminó en su resolución. En ese momento, pese al tamaño de la entidad, ya no se produce un efecto contagio en el sector financiero. Esto muestra que tras años de reformas la situación de la banca ya era muy diferente. Y hoy es una de las fortalezas de la economía española.

Lo del Banco Popular ¿hubiese sido posible zanjarlo en apenas unas horas en 2011?

Absolutamente imposible.

Los llamamientos a las fusiones de entidades financieras ¿siguen estando sobre la mesa?

Sí. La banca europea tiene un problema estructural de baja rentabilidad que necesita atajar. La rentabilidad ha mejorado en los últimos meses, pero ha sido principalmente como consecuencia de la bajada de provisiones. Ahora que estamos en un entorno con menor crecimiento económico, habrá que analizar si esa tendencia es sostenible en el tiempo u otras medidas son necesarias.

Las recomendaciones del BCE ¿apuntan a fusiones nacionales o transnacionales?

Con 19 países compartiendo moneda, en un mercado único y con un supervisor bancario común, que fuesen transnacionales sería lo ideal. Las fusiones transnacionales no son sencillas porque existen diferentes sistemas normativos y cada país tiene sus singularidades. Pero, en un sistema único europeo, debemos aspirar a tener bancos verdaderamente europeos. No obstante, las fusiones nacionales también cumplen su misión, ya que pueden ayudar a reducir el exceso de capacidad en algunos países, limitar costes y aumentar la rentabilidad bancaria.

Kutxabank sigue con su estrategia de independencia.

No puedo comentar sobre bancos individuales. Como es público, Kutxabank es una entidad con altos niveles de capital y liquidez que puede jugar un papel importante en el sector bancario en España y Europa.

Esta entrevista se publicó en El Correo, El Diario Vasco, El Diario Montañés, La Verdad, Ideal, Hoy, Sur, La Rioja, El Norte de Castilla, El Comercio, Las Provincias y La Voz de Cádiz (España).

CONTACTO

Banco Central Europeo

Dirección General de Comunicación

Se permite la reproducción, siempre que se cite la fuente.

Contactos de prensa