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Entrevista con El Financiero

Entrevista a Benoît Cœuré, miembro del Comité Ejecutivo del BCE,
por Leticia Hernández Morón,
publicada el 4 de noviembre de 2015

¿Cómo puede mantenerse la estabilidad del sistema financiero en medio de políticas monetarias divergentes?

Efectivamente, las políticas monetarias de las economías avanzadas siguen sendas divergentes como resultado de sus diferentes posiciones en los ciclos de negocios. Estados Unidos se encuentra en una etapa más avanzada del ciclo en comparación con la zona del euro, donde la política es, y seguirá siendo, más acomodaticia. Ante la actual volatilidad de los mercados financieros globales, es muy importante que estas sendas divergentes no sean en sí mismas una fuente de inestabilidad. Creo que la palabra clave aquí es transparencia. Los bancos centrales tenemos que expresar con la mayor claridad posible lo que estamos pensando y estar atentos a la reacción financiera. En el caso del BCE, desde que en 2013 introdujimos nuestra política de forward guidance, hemos sido muy claros con respecto a la orientación acomodaticia de nuestra política monetaria debido a la situación de la economía, y muy específicos sobre los riesgos a la baja del escenario, en particular en nuestra última reunión en Malta. El Consejo de Gobierno observó un mayor riesgo de que la inflación se mantenga demasiado baja durante demasiado tiempo y concluyó que, si este riesgo llegara a materializarse, se justificarían respuestas adicionales de política monetaria. Así que la transparencia es la palabra clave.

¿Cuáles son los efectos colaterales de la política monetaria del BCE fuera de la zona del euro?

Somos conscientes del impacto de nuestras decisiones en el resto del mundo y, en particular, en las economías vecinas. Pero nuestro mandato se limita a la zona del euro y, en última instancia, la mejor contribución que podemos hacer para la economía global, también para las economías vecinas, es que Europa sea lo más sólida y estable posible.

¿Cómo han manejado los efectos de la política monetaria estadounidense?

Las decisiones que toma el BCE se basan en la situación económica y financiera de la región y no obedecen específicamente a ajustes de la Reserva Federal en Estados Unidos o en cualquier otra parte del mundo. Nos aseguramos de que las condiciones financieras en Europa sean las apropiadas para la economía.

¿Qué medidas deben tomarse para gestionar los riesgos de la mayor integración financiera global, sin perder los beneficios que trae?

Actualmente el mercado mundial de capitales muestra una volatilidad elevada debido a la incertidumbre macroeconómica y al cambio de los modelos de negocio. En este entorno, los hacedores de las políticas podrían tener la tentación de adoptar una postura protectora y blindar sus sistemas financieros. Sin embargo, esto dificultaría una asignación eficiente de los recursos en la economía mundial o, en otras palabras, sería perjudicial para el crecimiento y para el empleo. El Consejo de Estabilidad Financiera y el resto de órganos reguladores financieros, como el Comité de Pagos e Infraestructuras del Mercado que presidí la semana pasada en México, tienen un importante rol para mantenernos unidos y asegurar que las nuevas reglas financieras se apliquen de manera coherente. Es muy importante resistir la tentación del proteccionismo financiero.

¿Considera que el desarrollo financiero ha hecho al mundo más riesgoso?

El mundo financiero es mucho más seguro hoy que en 2008 porque el entorno regulatorio y supervisor se ha reforzado considerablemente. Los bancos son más pequeños, su gestión ha mejorado y están mejor capitalizados. La capacidad del sistema financiero para resistir perturbaciones es mucho mayor ahora que en 2008. Pero no hay margen para la complacencia. La banca digital y las finanzas digitales tienen el potencial para cambiar las estructuras del mercado muy rápidamente. También existe margen para mejorar la vigilancia de la banca en la sombra y los incentivos de los altos directivos bancarios. La comunidad reguladora tiene que hacer frente a estos cambios. Pero, en general, creo que estamos en un punto más seguro que antes de la crisis, precisamente porque la industria bancaria está más regulada y mejor supervisada. En la zona del euro, al asumir la responsabilidad de la supervisión bancaria hace exactamente un año, el BCE ha contribuido a este progreso.

El exceso de liquidez no llega al mercado y se refleja en las condiciones de deflación actuales. ¿En dónde se está quedando esa liquidez?

La pregunta más importante para mí es cómo puede la economía generar mejores oportunidades de inversión a largo plazo para que la liquidez vaya al lugar adecuado. Esta es la pregunta en la que los hacedores de políticas deben centrar su atención. Los bancos centrales pueden suministrar liquidez y mejorar las condiciones de financiación, pero la responsabilidad última de lograr un entorno empresarial más favorable que permita la materialización de proyectos rentables corresponde a los Gobiernos.

¿Cuáles fueron las lecciones para el BCE después del episodio de Grecia?

Grecia es única y de la experiencia de este país hemos extraído lecciones útiles sobre el funcionamiento de nuestra unión monetaria: hasta 2010 se adoptaron decisiones inadecuadas en el sector público griego y se dejó que los desequilibrios macroeconómicos crecieran. Las lecciones para el futuro son que los países de la zona del euro deben entender que sus decisiones tendrán también un impacto en sus vecinos y que deben aplicar políticas prudentes desde el punto de vista fiscal y evitar que se produzcan desequilibrios. El punto clave es la prevención. Respecto a Grecia, los Estados miembros acordaron en agosto prestar asistencia financiera adicional a cambio de un programa amplio de reformas. Ahora se dan las condiciones para que la confianza y la estabilidad financiera vuelvan lo antes posible, siempre que el programa se aplique sin dilación. El examen de la salud de los grandes bancos griegos realizado por el BCE es otro paso adelante y la recapitalización del sector bancario debería completarse antes de final de año.

¿Están preocupados por otros países?

La situación en la zona del euro es bastante más sólida que hace un par de años. Las condiciones financieras han mejorado gracias a las medidas adoptadas por el BCE. La gobernanza también se ha reforzado y tenemos instrumentos para mantener la estabilidad de los que no disponíamos hace un par de años. La unión bancaria permite una supervisión estricta. Por último, las reformas en varios países como España e Italia han comenzado ya a reforzar sus economías. Por ello, nuestra recuperación es ahora sólida y los riesgos principales vienen de fuera de Europa.

¿Hay un antes y un después para la zona del euro tras la crisis en Grecia?

Los hacedores de políticas están aprendiendo que la pertenencia a la moneda única conlleva beneficios pero también responsabilidades. La unión monetaria no es una cuestión técnica: es un proyecto político. Una unión monetaria estable requiere convergencia en la evolución económica, políticas nacionales sólidas y una conciencia de responsabilidad compartida, con instrumentos comunes. Aunque hemos logrado mucho, aún no hemos culminado este proceso, como quedó demostrado el año pasado en el «Informe de los Cinco Presidentes» (suscrito por los presidentes del Consejo Europeo, la Comisión Europea, el Eurogrupo, el BCE y el Parlamento Europeo).

¿Cuáles son las perspectivas para el próximo año?

Lo primeo que queremos es la estabilidad de precios y eso significa mantener la confianza en nuestra capacidad para llevar la inflación a un nivel próximo al 2 % a medio plazo. Esa es nuestra prioridad. Una segunda prioridad es avanzar en la construcción de la unión bancaria mediante una supervisión firme y armonizada en los 19 países participantes.

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